viernes, 11 de junio de 2010

Spencer: “Su nombre se escribe entre los grandes”

“Hablar de Spencer es hablar de la gloria de dos selecciones. Jamás aceptó la nacionalidad uruguaya. Pero los charrúas lo amaron y nosotros también”, asegura José Luis Imbaquingo, periodista deportivo.


Así como él, los ecuatorianos aficionados al fútbol recuerdan al deportista Alberto Pedro Spencer Herrera. Nació en Ancón, sector de la provincia de Santa Elena, el 6 de diciembre de 1937.


De padre jamaiquino y madre ecuatoriana. Creció en el seno de una familia de escasos recursos económicos. “Se inició como tantos. Jugando en las canchas de tierra y con balones de trapo, con el anhelo de escribir su nombre entre los grandes”, comenta José León, ex jugador sub 18 de Universidad Católica.


Y así lo hizo. La FIFA catalogó a Spencer como uno de los 20 mejores futbolistas sudamericanos del siglo XX. Para este merecimiento, consideraron la habilidad en disparos fuertes y definiciones exactas, al desempeñarse como delantero ambidiestro.


“No cabe duda que transitó por la vía del progreso”, sostiene Imbaquingo. Añade que el hermano de Spencer lo infiltró en el equipo guayaquileño Everest. Juan López, director técnico de Uruguay, descubrió su talento. “Quién iba a pensar que el partido jugado con la selección ecuatoriana, en 1959, sería la antesala de su ingreso al Club Atlético Peñarol”.


El pase de Spencer costó 10 mil dólares. “Aunque recibió propuestas del extranjero, el equipo uruguayo no lo dejó ir. Para el Peñarol jugó diez años”, afirma Mauricio Flores, periodista deportivo de radio Positiva.

Julio Zurita, fan de Spencer, comenta que el futbolista es una leyenda para el pueblo uruguayo. “Cabeza mágica (apodo de Spencer) anotó 326 goles. Ganó tres Copas Libertadores, dos Intercontinentales y siete Campeonatos uruguayos”. Zurita sostiene que su ídolo se consagró como el máximo artillero de la Copa Libertadores, con 54 anotaciones.


Por su parte, Flores menciona que Spencer fue reconocido como “Gacela ecuatoriana”, “Cabecita de oro” o “Crack de dos banderas”. “Su cabeza fue un instrumento mágico. Cada balón golpeado por Spencer hacía temblar las redes”.


León manifiesta que la carrera futbolística de Spencer culminó después de jugar con Barcelona, en 1971. Inició su vida diplomática. “Durante el gobierno de Osvaldo Hurtado, Spencer se desempeñó como cónsul de Ecuador en Uruguay”.


No obstante, la vida de gloria llegó a su fin. “Un paro cardiaco provocó la muerte de Spencer. El 3 de noviembre del 2006 se apagó el atacante velocísimo, de gran físico y juego aéreo”, finaliza Imbaquingo.


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