lunes, 21 de junio de 2010

La normalidad regresa tras el caos

El piso de madera tambalea con cada paso que se da sobre éste. A lo lejos, se escucha un eco, producto de un sonido armonioso. A primera vista se observa un escritorio antiguo, con hojas volantes acomodadas en bloques y un gran letrero de vidrio con cuatro letras brillantes que dice “OSNE”. Son las siglas de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, entidad ubicada en la calle Leonidas Plaza, entra Patria y 18 de Septiembre, que en los últimos días ha sido el centro de concurrencia masiva de gente.

A las afueras del establecimiento de la orquesta, sobre un radiante jardín rodeado por pequeñas flores rojas, yacen dos hombres de contextura delgada. Uno de ellos porta una cámara de video, la coloca sobre un trípode y enfoca a su compañero de trabajo, quien se posesiona a tres pasos de distancia, ubica un micrófono frente a su boca y emite cortas frases.

“En pocos minutos regresaremos con más información”, dice Andrés Segovia, estudiante de Comunicación de la Universidad Católica. Desde hace dos semanas, concurre a este sitio para buscar más información sobre la OSNE. “Es necesario conocer con exactitud, lo que pasará en los siguientes días. Se desconocen las medidas que adoptará la Junta Directiva y a la persona que dirigirá a los músicos, de manera permanente”.

Así como Segovia, los miembros de la orquesta están inquietos, sin recibir noticias sobre futuros cambios y con repasos que se realizan por obligación. “Estoy aquí desde hace cinco años y fui testigo de la evolución que trajo la llegada del ahora ex director suizo Emmanuel Siffert. No sé qué pasará con nosotros, ni quién asumirá la dirección”, comenta Francisco Porras, miembro de la OSNE.

Y es que, una llamada telefónica cambió el destino de los 76 músicos. “Los primeros días de enero, cuando Siffert estaba en su país natal, recibió la notificación de su despido, de la voz de Raúl Sagasti, representante del Ministerio de Cultura. Desde ese instante, nuestra planificación se modificó y el ministro suspendió algunas presentaciones que teníamos para fines del mes que culminó”, añade el primer violín, Jorge Salinas.

Con voz ronca y continuos estornudos, el músico Fernando Gallegos menciona que durante algunos días se rehusaron a continuar con los repasos. “El 14 de enero sacamos nuestros instrumentos al patio y allí practicamos, como una medida de protesta ante el despido de Siffert. No era justo que lo aparten de la dirección con pretextos absurdos”.

Sin embargo, Héctor Villacís, director de Relaciones Públicas de la OSNE, quien sale a toda prisa del establecimiento, asegura que el acuerdo de contratación con el maestro Siffert terminó el 31 de diciembre del 2009. “No se está cometiendo ninguna ilegalidad. Sólo se está cumpliendo con el contrato y éste llegó a su fin. Siffert ya no es ni director ni miembro de la Junta Directiva, pero la orquesta puede convocarlo como director invitado”. Villacís sube a la parte trasera de un Grand Vitara gris y se aleja por la calle principal.

Mientras tanto, después de un largo receso de media hora, siendo las 11 de una mañana calurosa, los músicos ingresan con lentitud al establecimiento blanco de dos pisos, con adornos de estilo barroco. Se aproximan a una puerta de vidrio localizada tras una grada resbalosa de parquet.

Antes de llegar a la sala de ensayos, al lado izquierdo, una puerta de madera conduce a una pequeña oficina oscura, debido a la falta de ventanas y de entrada de luz. Un escritorio se deja ver y sobre éste, cajas de cartón con documentos de partituras musicales. “Cuando el representante del Ministerio despidió a Siffert, yo solicité que se removieran sus pertenencias a este cuarto. Al fin y al cabo que él ya no trabaja aquí. Pero cuando desee, puede llevarse sus cosas”, dice Leonardo Jaramillo, director ejecutivo de la OSNE, con tono desalentador. Inmediatamente, se encierra en una oficina adjunta.

Tras la puerta de vidrio, los músicos se distribuyen en una amplia sala, cuyas paredes parecen estar formadas por trozos de piedra de colores pasteles. Juan Pacheco extrae su corno de un grueso maletín. Lo ubica sobre una mesa y coloca el maletín al costado diestro de su silla. Junto al resto de músicos, continuará con los repasos diarios, que van desde las 9 hasta las 17 horas. “En esta última semana los ensayos se han regulado”, comenta el músico.

Mientras tanto, un armonioso sonido interrumpe el murmullo de varias voces humanas. Catalina Pazmiño, con mucha delicadeza, atraviesa un arco por las cuerdas de su violín. Entona las primeras notas de la canción “Sendas Distintas”, de Julio Jaramillo. La violinista explica que, así como ella, muchos músicos piensan que la destitución de Siffert puede traer cambios productivos. “Siffert aplicaba evaluaciones a los músicos y muchos quedaban fuera de la orquesta. Ahora él está afuera y se evaluarán a posibles candidatos a la dirección. No todo cambio es malo”.


Pablo Villalba, director de Comunicación del Ministerio de Cultura, corrobora la versión de Pazmiño. “Se convocará a un concurso para designar al nuevo director, cuyo principal requisito será permanecer a tiempo completo con la orquesta”.

El silencio se apodera de la sala de ensayos con la llegada de una joven trigueña de cabello colorado. Es Andrea Vela, la directora encargada de la OSNE. Deja su bolso en un escritorio, sube dos gradas y se posesiona sobre una base de madera, desde la que observa a los músicos. Cada uno tiene en sus manos, el instrumento que le corresponde. Vela presta atención a una hoja de partituras. Eleva su brazo derecho hasta la altura de su cabeza y la orquesta entona la balada “Bella Durmiente”.

“Ventajosamente, los repasos han vuelto a la normalidad”, sostiene Edison Arévalo, profesor de música del Colegio Santa Dorotea. Mueve sus manos como formando un círculo, mientras asegura que la magnitud de este problema crece cada día. “Estoy atento a las noticias. Ahora se habla de la intervención del Ministerio de Cultura y un sinnúmero de pretextos que dejan de lado el problema real: la orquesta Sinfónica Nacional carece de un director y para el momento, este conflicto ya debería tener alguna solución”.

Lo cierto es que, los ensayos continuarán normalmente. “Nuestro destino ahora depende de las decisiones que tomen el Ministerio y la Junta Directiva”, dice Stefan Kuehne, quien toma con su mano izquierda un arpa dorada y resbala sutilmente sus dedos por las delgadas cuerdas que producen eco en toda la habitación.


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