viernes, 14 de mayo de 2010

Aumenta la población china en Ecuador

Más de 1200 habitantes extranjeros, con los que convivimos a diario, proceden de China. Según el último registro, realizado en el 2001 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, en el Ecuador habitan 1,5 chinos por cada 1000 ecuatorianos. Las cifras migratorias indican que en promedio, un número neto de 645 chinos arriban anualmente. Sin embargo, los ecuatorianos mencionan que el número de asiáticos es mayor.

Ruth Díaz, historiadora del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, afirma que los flujos migratorios desde China suceden por la necesidad de búsqueda de mejores oportunidades de vida, desde el siglo XIX. “En ese entonces, algunos chinos fueron expulsados por las guerras de Opio. Los primeros 200 extranjeros llegaron al departamento de Guayaquil, perteneciente a Lima-Perú, en 1880”.

La comunidad china en Ecuador está principalmente concentrada en Guayaquil. También ocupa las ciudades de Quevedo y Machala. Juega un papel importante en las actividades agrícolas y pesqueras, pero sobre todo, en las comerciales. La presencia de inmigrantes chinos es visible en almacenes de indumentarias, chifas y en centros médicos de acupuntura.

En la avenida Mariscal Sucre y Cusubamba, al sur de Quito, predominan los restaurantes Chifa. Fun Sang Yong, propietario del Chifa Nam Fung, señala que su negocio prospera debido a la concurrencia masiva. La asistencia de consumidores crece por el horario de atención. “Atendemos desde las 11 de la mañana hasta la 1 de la madrugada. Aproximadamente, recibimos a 30 personas por hora, sobre todo, a obreros”. Sang Yong manifiesta que inauguró este local hace 12 años, con su madre Lin Yong. “Mi madre retornó a China, hace 2 años y envío a mi hermana Yun para que aprenda a trabajar”.

Tras el arribo de una familia de cuatro miembros a la mesa central, Yun se acerca a atenderlos y entrega los menús. La joven de 17 años dice que comunicarse con los clientes es una tarea difícil. “No domino el español. Nunca lo estudié. Lo poco que conozco lo he aprendido durante estos años de trabajo. Ahora, ya puedo bromear un poco con la gente”.

Sin embargo, Bertha García, socióloga y docente de la Universidad Católica, afirma que no todos los ecuatorianos aceptan el arribo de los chinos al país. “Hace algunos días, en el sector de Cotocollao, observé algunos negocios locales con rótulos que decían No más chinos. Para muchos, los extranjeros no tienen el derecho de arrebatar fuentes de trabajo a los ecuatorianos y mucho menos, de ganar más dinero”.

Según Esteban Granda, comerciante artesanal de Ipiales, no se trata de xenofobia o racismo, sino de supervivencia. “Más de tres millones de artesanos dependemos de nuestra producción. Pero el consumo ha caído ante los bajos costos que ofrecen los chinos. Con las pérdidas, no podemos llevar alimento a nuestros hogares”. Granda sugiere que el gobierno promueva campañas de educación al consumidor, para que prefieran el producto ecuatoriano.

Por su parte, Chan Koo Kim, médico acupunturista, que vive y trabaja en Ecuador desde 1995, manifiesta que los chinos son un ejemplo de unión y perseverancia. “Nosotros buscamos el desarrollo de nuestro potencial y mercado a nivel mundial, así como millones de ecuatorianos en el extranjero. No merecemos discriminación”.

Milton Reyes, docente investigador encargado del programa de Estudios del Asia, sostiene que estos desencuentros entre ecuatorianos y chinos se superarán con el reconocimiento del otro. “La solución radica en la construcción de procesos de respeto mutuo, en el reconocimiento de
espacios compartidos en lo simbólico y afectivo, y en la consolidación de espacios de mutuo beneficio”.

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